Se me hace tensa, muy tensa, esta espera de septiembre con el inicio de curso, todos tenemos la impresión de que pasará algo malo y estamos tan tranquilos esperando que llegue.Hay experiencias de otros países, ¿por qué no nos anticipamos?.
Sabemos que el virus estará, sabemos cómo se transmite, sabemos que en las aulas y sus agrupamientos favorece la transmisión, sabemos que no tendremos vacunas a corto plazo, sabemos y nos dicen que tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus, ¿por qué nos empeñamos en reproducir un modelo que fallará?. Esos agrupamientos que hacen imposible guardar las distancias de seguridad, ese ir y venir por pasillos, la natural tendencia a juntarse en los recreo..., pretendemos crear un espacio artificial en el más natural de los mundo, en el espacio de socialización por excelencia y eso está abocado al fracaso.
Sabemos cómo combatir al virus y si hay que convivir con él, ¿por qué no adaptamos los espacios y los tiempos escolares para dificultarle la transmisión?.Sabemos que va para largo ¿por qué no se toman decisiones a largo plazo y no parcheos?.
La salud también es un derecho como la educación también lo es, el estado tiene la obligación de salvaguardar ambos en las mejores condiciones posibles sin menoscabo de ninguno y así ha venido siendo hasta ahora, pero al cambiar drásticamente las condiciones de salud y si queremos mantener una condiciones educativas adecuadas evitando al máximo los riesgos de salud se deben acometer los cambios necesarios aunque para ello sea menester modificar cosas tan "inamovibles" como la estructura organizativa de los centros, horarios, plantillas y una profunda revisión del curriculum que afecte a todos sus elementos y así optimizar unos procesos de enseñanza-aprendizaje para una realidad diferente. Si en todos los ámbitos sociales, laborales, culturales, deportivos, sanitarios... se están adaptando a una nueva realidad que se impone, ¿por qué en las escuelas nos empeñamos en mantener unas estructuras y procesos que ya de por sí eran caducos?.
Creo que hay tomar decisiones de calado para garantizar ambos derechos, no es fácil pero es urgente, el clima político y social no es el más propicio, hay grupos políticos que, de entrada, no conjugan el verbo consensuar y esto necesita de un gran consenso, de mirar más lejos que día a día. Están sobre la mesa dos derechos fundamentales, la salud y la educación, el futuro de nuestros hijos y nietos, solo por ellos tenemos la obligación de exigir a nuestros gobernantes que se atrevan, que piensen en grande, la realidad los ha puesto ante esta oportunidad de hacerlo.
En septiembre empiezo mi curso 38, cada principio de curso supone para mi dosis de ilusión, curiosidad, ganas, nuevas estrategias, algún cambio que otro..., este septiembre es el primero de todos sin ilusión.
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